FILOSOFÍA

EL ARTE DE VIVIR LENTO

#ParaSerMejores

La humanidad tiene prisa por vivir sin tener un destino al cual llegar. Se vive una etapa de desconcierto e insatisfacción, que se traduce en vanidad y aflicción de espíritu. Las personas quieren seguir viviendo, pero no saben para qué. A partir de la masificación de las tecnologías de la comunicación y con la popularidad de las redes sociales que han hecho público lo que históricamente eran actividades privadas, la sociedad vive a un ritmo donde se exige que todo sea rápido, inmediato, aquí y ahora. Se ha perdido el sentido del tiempo, la importancia de saber esperar, de ser paciente, la significación de demorarse, el valor de disfrutar cada momento y etapa en la vida.

Vivimos en la era de las emociones sin sentimientos, lo que vale es la experiencia del acto, no el acto mismo. La sociedad quiere probarlo todo, pero pocas veces disfruta los placeres de la vida. La urgencia por vivir para experimentar nuevas y cada vez más intensas emociones está acortando las expectativas de vida de las personas, esto a pesar que prevalece la preocupación natural por la muerte; sin embargo, son pocos quienes se ocupan en hacer lo necesario para mantenerse sanos y vivos, y muy pocos los individuos que invierten su tiempo -que saben a dónde quieren llegar y están dispuestos a realizar esfuerzos extraordinarios para lograr sus metas y objetivos-, la mayoría únicamente gasta su tiempo, los minutos y las horas al carecer de un proyecto de vida que de rumbo y sentido a su existencia, sólo viven por vivir.

Quienes tienen un proyecto de vida –visión, misión y objetivos claros- viven con un sentido claro y propósito de existencia, porque cada acción y decisión están alineados a su proyecto de vida personal, profesional y familiar, lo cual implica tener un gran por qué en la vida, no así las personas que cada mañana se preguntan ¿Qué haré hoy?

Es necesario cambiar la forma rápida de vivir, sin sentido ni trascendencia. Envejecemos sin hacernos mayores, se ha perdido la diferencia entre el ayer, el hoy y el mañana. Existe en la sociedad confusión entre vivencia y experiencia, hasta la muerte que es parte importante de la vida ha perdido sentido. En la actualidad las personas mueren a destiempo porque no encuentran sentido a su vida y por tanto no saben cuál es su final. .

Acabar con el individualismo, el hedonismo extremo y el conformismo debe ser el objetivo de toda la humanidad; sin embargo, para que esto sea posible debe haber reflexión, calma, serenidad, cambiar la forma rápida de vivir para ubicarnos en una vida contemplativa que permita fortalecer los vínculos afectivos de la amistad, la relación de pareja y la familia; la ausencia de vínculos genera violencia y miedo. Es necesario dejar de ser un turista del mundo que va de un aquí para allá sin ningún sentido. Observar la belleza requiere lentitud, el goce inmediato provoca placer y vivencia; pero no felicidad y experiencia. Disfrutar los placeres de la vida -comer, beber, viajar, amar, hacer el amor- requiere tiempo, el goce inmediato no da lugar a lo bello. Los intervalos o etapas de la vida permiten valorar lo importante, disfrutar lo bello y gozar nuestro paso por el mundo. Sin un alto todo es igual y carente de sentido.

Cada instante la cuenta regresiva en el cronómetro de la vida avanza y no hay forma de comprar más tiempo. Por lo tanto, hay que ser cuidadosos al administrar los años, no vaya a ser que en una noche despilfarre su vida.

Estamos a tiempo de cambiar para ser mejores, de hacer un alto para construir un proyecto de vida que de rumbo y sentido a nuestra existencia y así valorar lo importante, para aprender a disfrutar cada momento y etapa de la vida, para vivir sin prisa, para gozar lo bello y darnos el tiempo necesario para ser felices.